En el Edificio Bicentenario se desarrolló el Coloquio “¿Cómo la memoria ayuda a construir caminos para la paz? , instancia que marca un importante hito de inicio del ciclo de conversaciones que está iniciado la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos en el marco de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado cívico-militar.
Durante el Coloquio, se abordaron temas clave como la importancia de conversación es un espacio en donde el desafío es construir mientras otros no quieren conversar. Zamudio señala que existe una “dulce comodidad en vivir separados” y constata que el gran drama de este país es “¿que hacer con estas memorias?” también señala que “no soy optimista, sino que soy persistente”.
Alfredo Zamudio ha contado en sus charlas que cuando tenía 12 años y vivía en Arica, su padre le dijo: “Toma dinero, anda al almacén y compra alimentos, vamos a cruzar la frontera hacia Perú”. Mientras cumplía la petición, su padre, que era simpatizante socialista, fue detenido, y desde entonces, él comenzó a acompañarlo de ciudad en ciudad, según la cárcel donde lo trasladaran. Muchas veces debió pedir ayuda para comer, hasta que, tres años después, en 1976, a su progenitor lo liberaron gracias a gestiones del gobierno noruego. Tomaron un avión y ambos se fueron a vivir a Oslo. Desde entonces, Zamudio ha mantenido una particular preocupación por los desplazados en situaciones de conflicto, en especial los menores de edad, y por las opciones de diálogo para restituir el tejido social.
Habló de su experiencia en Colombia, Darfur, Timor Oriental y Sarajevo. “Me preguntan si el diálogo implica aceptar injusticias. Mi respuesta: de ninguna manera. Y más aún, contradecir no es censurar, sino hacer espacio a lo que uno siente o opina. Si aún así, deciden seguir conversando, se puede construir comunidad incluso desde los desacuerdos” señala Zamudio.
El evento fue moderado por el Marcos Cárdenas, asesor de la ONAR y las palabras iniciales fueron dadas por el Director Nacional de la ONAR, Omar Cortés.